martes, 13 de diciembre de 2011

El repartidor de pizza que inventó el chaleco antibalas


Aunque pueda parecer lo contrario, los chalecos antibalas no surgieron de un laboratorio militar; ni si quiera fue la Policía la que dio con este sistema de protección que cada año salva cientos de vidas. Son el resultado de una idea genial de un hombre entregado al reparto eficiente de pizzas, allá por finales de la década de los 60.

Fue exactamente un 21 de julio 1969, la noche después de que el Apolo 11 partiera rumbo a la Luna, cuando Richard Davis, un ex marine que acababa de abrir una pizzería, fue atracado cuando llevaba a cabo una entrega en una zona cerca de la ciudad de Detroit. Sus atacantes tenían armas de fuego; y él también. Y en el tiroteo que siguió, hirió a dos de ellos y a su vez fue herido de bala dos veces.

Este suceso hizo pensar a Richard en una manera de darle a la gente, en especial a los agentes de policía que se encontraban en la misma situación, una segunda oportunidad frente a las armas de fuego. Así que cogió un rollo de nylon y las correas de los cinturones de seguridad de su coche para crear el primer diseño de un chaleco antibalas que pudiera ser escondido bajo la ropa. Lo hizo en el garaje de su casa.

Una vez que estaba seguro de que su idea era efectiva, Davis pasó largas horas cosiendo a mano los chalecos blindados y realizó una gira por los departamentos de policía de Detroit haciendo demostraciones en vivo, pegándose directamente un tiro en el pecho para demostrar que la tecnología funcionaba. Obtuvo la patente para su invención (# 3783449) en mayo de 1972.

En agosto de 1974, patentó su segundo diseño de chalecos antibalas, esta vez fabricados con Kevlar, que es 230% más fuerte que el nylon que utilizó originalmente. Y llamó a su empresa Second Chance Body Armour, en honor a la suerte que tuvo de mantenerse con vida en aquel tiroteo.

Esta firma pasó a convertirse después en un negocio de 50 millones de dólares al año, aunque posteriormente, en 1998, Richard Davis se tuviera que enfrentar a la bancarrota después de la introducción de un nuevo tipo de chaleco que elaboró con Zylon, una fibra sintética de altas prestaciones.

Sin embargo el Zylon resultó ser mucho menos eficaz que el kevlar para parar las balas y vestir al hombre, por lo que las agencias de seguridad norteamericanas concluyeron que esos chalecos no cumplían con los estándares requeridos y podían ser defectuosos.

En 2005, Second Chance fue adquirida por Armor Holdings, que finalmente se convertiría en una nueva compañía llamada Safariland, que a su vez fue comprada por el conglomerado de armamento británico, BAE Systems.

A pesar de que la compañía ya no es suya, Richard Davis sigue siendo un inventor heroico que continúa disparándose en el pecho para demostrar que todo el mundo merece una segunda oportunidad frente a las armas de fuego.Fuente...Contexto.com.ar

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